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viernes, 24 de septiembre de 2010

POEMA DE LA CREACIÓN KOGUI, MITO COLOMBIANO DE LA CREACIÓN KOGUI

Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. Sólo estaba la madre mar. Y ella era agua y agua por todas partes. Era río, laguna, quebrada y mar. Así ella estaba en todo lugar. La madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Aluna. Era espíritu de lo que iba a venir: Era memoria y pensamiento. Y cuando la madre existió sólo en Aluna, se formaron arriba los nueve mundos. En el primero estaba ella, la Madre, el agua y la noche. Y también el padre y el hijo. Pero ellos no eran gente ni nada, ni cosa alguna. Ellos eran Aluna. Espíritu y pensamiento. Eso fue el primer mundo.

Cuando se formaba el noveno, el más alto, surgió una inmensa ceiba del mar transparente. Alrededor de ella cuatro dioses construyeron el primer templo, Aluna. Aún no amanecía y la tierra era floja bajo la tiniebla. Entonces la Madre arrancó un pelo de pubis y lo untó de sangre de su mes. Así, en la casa de la Espuma se formó a Sintana, el primer hombre. Con Sintana se hizo la luz amaneció el primer día de la creación. Luego cuatro señores empezaron a secar la tierra y a empujar lejos el mar circundante. Hicieron esto día y noche, sin cesar. El mar se alejó. Al final cantaron en el templo:

- Madre, danos las mujeres.

La madre tenía nueve hijas. Cada hija era una calidad diversa de tierra para cultivar: arenosa, gredosa, amarilla. Pero todas estériles, infecundas. Y los cuatro señores dijeron a la madre:

- Danos tu hija negra, tierra negra, buena para la siembra.

La madre se negó y la guardó en un lugar oscuro. Los cuatro señores se colocaron en las cuatro esquinas del mundo y Sintana bailó y cantó en el centro del templo. - Inda - u - o, ahora tendré aquí mi templo.

Tierra negra oyó el canto y, subyugada por la belleza de su voz, se levantó, pero

no se atrevió a salir. Sintana llamó al viento y le pidió ayuda. El viento buscó y buscó por los rincones hasta hallar la muchacha, y tomándola por la cintura la llevó donde Sintana.

Así, en el templo, comenzó la vida humana, y del templo salió Sintana a poblar el mundo Kogui.

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